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martes, diciembre 16, 2003

012. Cubitera, Jens Quistgaard, hacia 1959 

Escribo estas gafas como un arrebato... si bien se trata de un diseño magnífico, hecho con un material magnífico y obra de un diseñador magnífico, la razón por la que hoy escribo acerca de esta cubitera (por cierto, ¿tiene nombre? Sé que sale en el libro Diseño escandinavo de Taschen, el marrón gordote, porque lo tengo en Madrid, pero no me acuerdo de si tiene nombre o no. Si alguien tiene acceso a él, que me lo diga, please) ...bueno, que la razón por la que escribo sobre ella es porque hoy, con un sentimiento muy grande de culpa por el dinero gastado, 110 dólares, me la he comprado...

La primera vez que la ví ni sabía que era de diseño escandinavo ni nada de nada... Yo por entonces salía con J, el joven marqués de L. (hay quien encuentra el nombre muy gracioso, pero es cierto, era hijo de marqués), y un día me llevo a su casa de la sierra de Segovia y allí, perdido en la cocina, en lo alto del armario de los vasos y la vajilla, estaba esta cubitera maravillosa... yo me quedé muerto, porque es bonita de verdad... aparte del color de la madera. En seguida me subí a una banqueta para tomarla y la acaricié... no me dio ningún placer especial, la verdad, porque tantos anos ahí arriba la habían hecho coger una capa de grasa y polvo bastante asquerosilla, pero era preciosa... yo, por entonces no estaba ni interesado en el diseño de esta época... bueno, empecé poco después.

Por lo visto, sus padres, los marqueses de L., se fueron a de viaje a Suecia en el año 60 y compraron un montón de cosas para la casa que se acababan de construir en Segovia y también para la que Miguel Fisac les acababa de hacer en Mallorca... (uy, estoy dando muchas pistas). Entre ellas, este diseño fabuloso de Quistgaard y unos vasos de cristal magníficos de los cuales sólo sobreviven dos y que, mirad por donde, están en mi casa de Madrid. (fueron un regalo que J. me hizo después de romper... posiblemente para reconciliarse. Pero yo no soy tan barato, así que acepté los vasos y la comida en el Club 31 y le dije que un huevo).

Bueno, que me voy por las ramas... A ver, la cubitera es grande, bastante grande. 39 cm de altura (contando el asa, claro, que viene ”incorporada”) y es de madera (teka), y ésta es bastante gruesa... como 15 mm. Cuando le abres la tapita, de madera maciza, el depósito para hielo es de material plástico (nada de blanco... ¡rojo! Muy acertado porque resalta pero no se da de hostias con el marrón rojizo de la madera). Y luego, lo bonita, requetebonita que es. Hay otro tamaño más grande, pero a mí eso ya me parece desmesurado.

(Bueno, y lo he de confesar... la verdadera razón de que hable de este cubo para hielo tan maravilloso es no sólo porque LO POSEO... sino porque he estado buscando en internet información sobre Quistgaard y su cubitera, y en la página de Dansk Mobel Kunst (creo, porque estos nombres no se me quedan bien grabados), que vale, puede ser un poco cara, y en otra página americana lo venden por.... ¡¡290 dólares!! O sea, que si bien no he actuado del todo bien en gastarme estos 110 en un “lujo superfluo” (menudo peazo de burgués que soy) al menos he hecho una compra maravillosa... y por eso estoy la mar de contento.

Pero, ¿a qué es preciosa?)
Tengo estos nuevos y de enetation (ya sabeis lo que pasa con él), estos otros

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