lunes, noviembre 24, 2003
009. La última vez que entró Andersen en casa, Carmen Martín Gaite. Después de todo, 1992
.
- Me ha raptado -dijiste-
la Reina de las Nieves.
Pero esta vez no era literatura.
Tus ojos reflejaban
-aunque secos,
aunque intentando incluso sonreír-
la certeza y el miedo
de sentirte atrapada por su abrazo,
arrastrada a subir a su trineo,
-esta vez de verdad-
a tiritar de frío bajo su regio manto,
a hundirte poco a poco
en el helado y súbito
refugio inapelable de sus brazos
que sólo a viva fuerza
lograron arrancarte de los míos.
Los que hayan leído el cuento de Hans Christian Andersen sabrán el significado de La Reina de las Nieves, y los que conozcan la obra de Carmen Martín Gaite sabrán que ella tiene una novela que se llama La Reina de las Nieves, muy buena, por cierto, y eso que la primera vez que la intenté leer la tuve que dejar por imposible...
A mí este poema me parece muy bueno, pero también está lleno de sentido. A ver, antes de nada voy a aclarar que aunque esto entre a formar parte de la vida privada de otras personas, la misma Carmen no tenía ninguna intención de callarlo, por lo que me atrevo a hablar de algo tan íntimo en este post.
Carmen tuvo una sola hija con Rafael Sánchez Ferlosio, Marta, o Martita, como la llamaba mi ex, que había sido amigo de ella durante años. Marta empezó a “jugar a las drogas” con sus amigos, entre ellos mi ex y el famoso diseñador Diego Lara. J., mi ex, lo dejó enseguida, pero no Marta.
En aquellos tiempos la conciencia acerca del SIDA era bastante escasa, y mucho más entre gente que pertenecía a una cierta elite cultural y social como eran ellos y que, estoy seguro, entendían que eso de pegarse el SIDA era cosa de maricones y de “drogatas tirados” de Malasaña o Chueca (por entonces los sitios más inseguros del centro de Madrid), de los que iban a los poblados a conseguir el caballo.
En definitiva, Marta, Martita, murió de SIDA, lo mismo que Diego Lara. Y cuando me compré este libro de poesia de Carmen Martín Gaite (Después de todo. Poesía a rachas, publicado por Hiperión.) y le leí a J. el poema que a mi me gustó más, éste, y él me contó la historia de Marta, comprendí de golpe la impotencia y el dolor de cada una de sus palabras, de cada verso... en algo aparentemente tan simple se escondía el dolor más grande.
Desde entonces, ha entrado a formar parte de los libros que me llevo allá donde vaya, que es lo que he hecho en esta aventura.
Tengo estos nuevos
y de enetation (ya sabeis lo que pasa con él), estos otros
- Me ha raptado -dijiste-
la Reina de las Nieves.
Pero esta vez no era literatura.
Tus ojos reflejaban
-aunque secos,
aunque intentando incluso sonreír-
la certeza y el miedo
de sentirte atrapada por su abrazo,
arrastrada a subir a su trineo,
-esta vez de verdad-
a tiritar de frío bajo su regio manto,
a hundirte poco a poco
en el helado y súbito
refugio inapelable de sus brazos
que sólo a viva fuerza
lograron arrancarte de los míos.
Los que hayan leído el cuento de Hans Christian Andersen sabrán el significado de La Reina de las Nieves, y los que conozcan la obra de Carmen Martín Gaite sabrán que ella tiene una novela que se llama La Reina de las Nieves, muy buena, por cierto, y eso que la primera vez que la intenté leer la tuve que dejar por imposible...
A mí este poema me parece muy bueno, pero también está lleno de sentido. A ver, antes de nada voy a aclarar que aunque esto entre a formar parte de la vida privada de otras personas, la misma Carmen no tenía ninguna intención de callarlo, por lo que me atrevo a hablar de algo tan íntimo en este post.
Carmen tuvo una sola hija con Rafael Sánchez Ferlosio, Marta, o Martita, como la llamaba mi ex, que había sido amigo de ella durante años. Marta empezó a “jugar a las drogas” con sus amigos, entre ellos mi ex y el famoso diseñador Diego Lara. J., mi ex, lo dejó enseguida, pero no Marta.
En aquellos tiempos la conciencia acerca del SIDA era bastante escasa, y mucho más entre gente que pertenecía a una cierta elite cultural y social como eran ellos y que, estoy seguro, entendían que eso de pegarse el SIDA era cosa de maricones y de “drogatas tirados” de Malasaña o Chueca (por entonces los sitios más inseguros del centro de Madrid), de los que iban a los poblados a conseguir el caballo.
En definitiva, Marta, Martita, murió de SIDA, lo mismo que Diego Lara. Y cuando me compré este libro de poesia de Carmen Martín Gaite (Después de todo. Poesía a rachas, publicado por Hiperión.) y le leí a J. el poema que a mi me gustó más, éste, y él me contó la historia de Marta, comprendí de golpe la impotencia y el dolor de cada una de sus palabras, de cada verso... en algo aparentemente tan simple se escondía el dolor más grande.
Desde entonces, ha entrado a formar parte de los libros que me llevo allá donde vaya, que es lo que he hecho en esta aventura.
