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miércoles, octubre 08, 2003

003. La casa de Bernarda Alba, Federico Garcia Lorca (1936) 

Yo era un poquito bruto de joven y, aparte de tener que estudiar de memorieta que era una de las obras de teatro de Federico García Lorca, nunca tuve gran relación con esta La casa de Bernarda Alba... hasta que salió en película. Y ni siquiera la vi en estreno, sino que la vi en un cinestudio, el que había en Santa María de la Cabeza, que ahora es una iglesia evangélica (¿seguirán haciendo el mismo tipo de cosas en la última fila?) y que estaba encima de la discoteca Boxes... no era ni mucho menos el mejor cine, con el pumba-pumba de la discoteca retumbando en toda la sala...

La historia de este drama de mujeres en los pueblos de España me gustó tanto que me compré el libro inmediatamente, y desde entonces llevo ya nosecuantas veces que lo he leído y releído. El fallo... aunque no me pasa tanto con Adela/Ana Belén, cada vez que lo leo me veo a Bernarda como Irene Gutiérrez Caba, a la Poncia como Florinda Chico, a Martirio como Victoria Peña... pero en fin, son grandes actrices todas ellas. Yo creo que lo de Ana Belén fue por la elección del personaje... no daba la impresión de ser la jovencita virgen que se le supone (el mismo fallo de la Shearer haciendo de Julieta...).

Desde el punto de vista de un veinteañero homosexual, la historia tiene un montón de significado, por lo de la represión del deseo, la opresión del no poder decir lo que sientes... yo me encontraba muy identificado con Martirio (-Es preferible no ver a un hombre nunca. Desde niña les tuve miedo. Los veía en el corral uncir los bueyes y levantar los costales de trigo entre voces y zapatazos, y siempre tuve miedo de crecer por temor de encontrarme de pronto abrazada por ellos. Dios me ha hecho débil y fea y los ha apartado definitivamente de mí-) Por cierto, que existe un libro de un escritor inglés (casualmente dedicado a mi hermano mayor -pero de imprenta, nada de firmado en la feria del libro-... ya sabeis: Para fulanito y su apoyo incondicional... ese tipo de dedicatorias) en el que se hace un estudio de TODAS las connotaciones gays del texto... (prácticamente todo el libro).

Lo que más me pone los pelos de punta de esta obra... aparte del final (por supuesto), esta escena:

Bernarda: Sí, que vengan todos con varas de olivo y mangos de azadones, que vengan todos para matarla.

Adela: ¡No, no, para matarla no!

Martirio: Sí, y vamos a salir también nosotras.

Bernarda: Y que pague la que pisotea su decencia.

(Fuera su oye un grito de mujer y un gran rumor.)

Adela: ¡Que la dejen escapar! ¡No salgáis vosotras!

Martirio: (Mirando a Adela.) ¡Que pague lo que debe!

Bernarda: (Bajo el arco.) ¡Acabar con ella antes que lleguen los guardias! ¡Carbón ardiendo en el sitio de su pecado!

Adela: (Cogiéndose el vientre.) ¡No! ¡No!

Bernarda: ¡Matadla! ¡Matadla!
Tengo estos nuevos y de enetation (ya sabeis lo que pasa con él), estos otros

002. Carmen Martín Gaite (1925-2000) 

No soy yo persona de admirar a otras personas... me he encontrado en el metro con quien era mi ídolo musical en aquel momento y sólo he pensado... "uauu, es él", y ahí se ha quedado la cosa. No he sido nunca "superfans" de nadie, y aunque puedo "admirar" a ciertos artistas o escritores jamás me iré como loco hacia ellos a pedirles un poco de tinta en un papel (debí ser el único que no corrió hacia donde estaba García Márquez -a un metro de mí- en el Suristán... es más, creo que fui el único que "huyó" de él -más que nada para evitar el mogollón-) . El trabajo de estas personas es cantar (o actuar, o dirigir, o escribir) y disfrutan con ello... el resto es tontería.

Pero hace muy poco descubrí entre mis papeles una carta, la única carta que podría dar al traste con esta imagen mía de "no idols", y es una carta escrita a Carmen Martín Gaite. En ella le decía que era la única autora con cuya lectura se creaba a mi alrededor tal sensación de aislamiento que nada a mi alrededor parecía afectarme y, sobre todo, la única que podía hacer que, cada vez, al cerrar el libro tras leer la última página, las lágrimas salieran de mis ojos y algo me subiera desde el estómago por el pecho y me dejaba tan lleno de una combinación tan exacta y perfecta de felicidad y tristeza que tenía que cerrar los ojos y no pensar más que en la genialidad del alma de esta mujer (Sólo un cuento me hace sentir lo mismo, aunque sólo me llene con una inmensa tristeza... pero ya le dedicaré sus gafas a su debido tiempo).

No envié esta carta, y a los dos meses escuché en la radio la noticia de su muerte. Y fue tan dolorosa como la de la muerte de mi vecina, justo un par de días antes, a la que quería y conocía desde niño. Y aunque no fui, quise ir a El Boalo, al entierro que se celebró allí, en homenaje a la única persona que, sin conocerla, me ha hecho sentirme pleno.
Tengo estos nuevos y de enetation (ya sabeis lo que pasa con él), estos otros

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